sábado, 19 de septiembre de 2009

Sueño (XI)



Eran las dos y seguía en el baño sin saber qué hacer. Miró el movil, tenía veintitres llamadas de su superior, pero no le importaba demasiado. Su vida estaba perdiendo el sentido que un día consiguió encontrar, tenía que cambiar pero no tenía fuerzas para hacerlo. ''Necesito verle'', decía en voz baja mientras lloraba sin parar. Escuchó que alguien entraba en el baño y susurraba algo con ira: ''S no sabe el error que acaba de cometer, se arrepentirá toda su vida de haberme dejado en evidencia ante toda esa gente''. Seguidamente escuchó un portazo y fue entonces cuando se decidió a salir. Tenía una preocupación menos. Había perdido un buen empleo, sin embargo, no se encontraba en condiciones para seguir trabajando. Se miró en el espejo y estaba horrible. Las lágrimas habían ayudado al maquillaje a deslizarse a lo largo de su cara. Se lavó la cara y salió de allí. No quería volver a casa tan pronto, necesitaba reflexionar un poco acerca de todo lo que había vivido ese día. Era tarde, pero hoy no sentía miedo. ''Las cosas van a empezar a ir bien'', repetía una y otra vez. Se sentó en un banco e intentó colocar su largo vestido. ''Tantos años esperando poder entrar en Chanel para comprar este precioso vestido y ahora que lo tengo no puedo lucirlo''. Era un vestido de palabra de honor, ceñido desde el pecho hasta la cadera, donde aparecía un gran volumen y vuelo que llegaba a los pies. Tenía cristales de Swarovski para hacerlo más espectacular. Era de un logrado color dorado qie la hacía brillar con luz propia. No se había quitado los zapatos a pesar de lo altos que era. Tanto tiempo ahorrando para conseguir esos tacones de Louboutin y ahora deseaba deshacerse de ellos. Al principio de la noche llevaba el pelo recogido en un moño, pero con todo lo que había pasado había terminado con el pelo suelto y algo revuelto. A pesar de todo estaba radiante. Estaba sola en aquel banco y no transitaba nadie por la calle. Ante tal situación rompió a llorar de impotencia y rabia contenida. ''¿Qué voy a hacer con mi vida?''. Estaba helada y no era consciente del frío. Veía todo oscuro ahora que intentaba ser realista, pensaba que nunca iba a poder recuperarse y esto le hacía recaer. ''Mi vida no tiene remedio, me arrepiento tanto de haberle conocido''. Había sembrado semillas que nunca iban a florecer, su propio jardín se encontraba desolado, y no podía regarlo, al menos en ese momento. Las seis de la mañana. No recordaba el tiempo que llevaba sin estar a esa hora en la calle. ''¿Por qué?, me gustaba mi vida de antes''. Notó algo, sintió una presión extraña en el hombro. Estaba asustada por primera vez en toda la noche y no sabía cómo actuar. ''¿Quién será?'', su rostro reflejaba pánico, terror, y empezó a temblar. El corazón se le aceleraba cada vez más, y el pánico se apoderaba de ella. No pudo evitarlo más y gritó, gritó como nunca en su vida, con unas ganas que jamás había tenido. Expulsó toda la rabia contenida y el miedo que sentía a la vida en general. ''S, no temas, soy yo''. S giró la cabeza, y no podía creer lo que veían sus ojos, se quedó estática, helada, sin respiración y su corazón se detuvo en seco. No era cierto, estaba soñando, delirando, empezaba a ver visiones,... ''¿Qué haces aquí?, ¿Cómo me has encontrado?'', decía S sin dar crédito a lo que estaba ocurriendo. ''No podía soportarlo más. Cuando te marchaste empecé a darme cuenta de lo que sentía por ti. Desde entonces he estado obsesionado con encontrarte pero era imposible. Despertaba todas las mañanas sin ilusión porque sabía que no estabas y que nunca volverías a estar. No siento absolutamente nada por B. He tardado mucho tiempo en aclarar mis pensamientos. Estaba ciego S, no me daba cuenta de lo que tenía junto a mi, de lo mucho que me importabas, y no era consciente de que en realidad te quería. Se que te he hecho daño, me comporté como un auténtico idiota, perdoname. S, te quiero, y sin ti soy la mitad de lo que puedo ser. Era feliz cuando conseguías sacar lo mejor de mi, era feliz por ser la persona en la que me convertía cada vez que estaba a tu lado, era feliz cada vez que me hacías reir y me animabas a continuar. No se qué puedo ofrecerte, pero te ruego que me des la oportunidad de demostrarte lo que podemos llegar a ser juntos, que permitas que las cosas vuelvan a ser como antes.'' S no tenía palabras porque seguía sin creer lo que estaba pasando. El chico de sus sueños estaba diciendo lo que ella siempre había esperado escuchar. ¿Era demasiado tarde?, ¿Qué ocurriría a partir de ahora?. No sabía qué pensar. Él estaba confundido, era eso, no podía estar enamorado de ella, nunca la había querido, o al menos eso pensaba. No podía pronunciar ni una sílaba, estaba tan nerviosa que no dejaba de temblar. ''No podía seguir más con aquella situación y vivir con B me desbordaba. Desperté una mañana y decidí ir a buscarte, pero no sabía como empezar. Fui al aeropuerto en busca de respuestas, pero ocurrió algo. Al llegar te vi, estabas hablando con un chico, vi como él te besaba y no supe cómo reaccionar. Al verte sentí la necesidad de correr hacia ti, pero al verte con otra perona pensé que lo mejor era no volver a entrometerme en tu vida. Al saber que habías vuelto no subí a ningún avión, porque confiaba en que el destino nos volviera a juntar, y aqui estamos, tu y yo, otra vez.'' ''¿Qué hacías andando tan tarde por aqui?. Dijo S después de mantener un largo silencio. ''Regresé a casa para decirle a B que no podía seguir con aquella relación, que se olvidara de mi porque yo estaba enamorado de otra persona, y que jamás podría llegar a hacerla feliz. Se que encontrará a otra persona, aunque le cueste afrontar lo nuestro. Le dije que cogiese sus cosas y se marchara de mi casa, y así lo hizo. Cuando cerró la puerta por última vez me acosté, pero desperté tras tener un sueño muy extraño en el que aparecías. No pude conciliar el sueño de nuevo, de manera que pensé en pasear un poco para despejarme. Al poco te he encontrado a ti, preciosa, pero llorando desconsolada. ¿Qué ha ocurrido?'' S estaba confusa. Tenía muchas cosas en su cabeza que no podía asimilar en ese momento. ''S, puede que te vuelva a pedir perdón otra vez esta noche, pero me muero de ganas de hacer una cosa desde hace mucho tiempo y sino lo hago, se que me arrepentiré toda mi vida'' Sin mediar palabra se acercó a S y la besó lentamente. S se apartó porque seguía pensando que era un sueño, pero no, los sueños nunca son tan reales. Sonrieron por primera vez después de tanto tiempo y se fundieron en un apasionado beso.

martes, 15 de septiembre de 2009

Sueño (X)


No soportaba la hipocresía de la cena, de modo que se ausentó durante unos minutos y fue al baño. Se miró en el espejo y no se reconocía, se veía horrible. Ahora comprendía por qué él nunca se había fijado en ella, no era atractiva. Aunque era plato apetecible de solteros desesperados, aspiraba a algo más que ser una mujer florero.

Se retocó el maquillaje pero no era suficiente, se veía cada vez peor. Comenzó a sentir una presión en el pecho y no pudo evitar romper a llorar. ''¿Por qué lo dejaste todo por ella?, ¿Por qué cambiaron las cosas de un día para otro?, ¿A dónde se fueron aquellos planes de futuro que íbamos a compartir juntos?''. El maquillaje se fue desahaciendo al mismo tiempo que su felicidad.
Cada día que pasaba era peor, mucho peor. Lo había intentado por todos los medios pero ninguno había sido eficaz. Su madre le recomendó ir al mejor psicólogo de la ciudad como último recurso, pero no consiguió ayudarla. Le diacnosticó una fuerte depresión causada por el amor no correspondido, eso si, S no consideraba el enamoramiento como una enfermedad, y sabía que lo que sentía no era obsesión, sino amor. ''No se puede luchar contra lo que uno siente'', decía cada vez que se venía abajo, pero se estaba autodestruyendo poco a poco, y llegaría el momento en el sería imposible salir de ese agujero.

Metió la mano en el bolso y sacó una caja de balerianas, necesitaba relajarse. Se tomó tres pastillas porque estaba al borde de un ataque de nervios. De repente escuchó dos voces procedentes de unas féminas que se disponían a entrar. Corrió hacia uno de los servicios y cerró la puerta. Se sentó en el frío suelo y volvió a llorar.

''Me encanta que me beses el cuello'', le decía mientras le miraba con ternura. Él la cogió a corderetas y la llevó corriendo hasta un banco que estaba rodeado de flores. ''No quiero que esto termine nunca'', Le dijo ella. ''No terminará, te quiero, y me encanta lo que consigues que sea cada vez que estoy contigo''.

No podía ser posible, se había quedado dormia gracias al efecto de las balerianas. ''Esta bien, llevo media hora aquí, debo tranquilizarme y volver a la mesa''. Miró fijamente el reloj, no iba a moverse de allí.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Sueño (IX)



Habían quedado como cualquier otra tarde para tomar café. Se había arreglado como hacía siempre, pero hoy parecía aún más atractiva. Estaba feliz, hacía un día estupendo y tenía grandes planes que compartir con él. No se lo creía, hoy iba a llegar a tiempo.

Se sentó al borde de la fuente mientras observaba el ir y venir de la gente. Cinco, diez, quince minutos, y el reloj no parada de girar. Le intentó llamar varias veces pero no respondía, ''que raro''.

Tras una hora de espera decidió marcharse. Era muy extraño, siempre le avisaba y hoy ni contestaba a sus llamadas. Últimamente su relación estaba cambiando, se había estancado. Le notaba distante y no sabía por qué. Sentía que no había vuelta atrás y divisaba un fin cercano.

Aprovechó el sol para ponerse las gafas, ocultando así sus lágrimas. Andaba por la estrechas calles del centro esquivando a la gente. Decidió entrar por una calle en la que no había nadie, a pesar del miedo que le podía dar. Nadie dificultaba su paso por aquella calle, sin embargo, podía ver una pareja al fondo, se estaban besando apasionadamente. ''Lo que menos necesitaba en este momento era eso''. Se acercó de forma discreta con la intención de salir de allí, pero se dieron cuenta de que no estaban solos. No podía creer lo que veían sus ojos, era él, y estaba con una preciosa chica a la que no conocía de nada. Le miró a los ojos por última vez y corrió llorando sin saber a dónde iba, sin rumbo ni destino por el que luchar, o al menos eso pensaba en ese momento. No sentía nada, todo era vacío. Sentía como si le hubiesen extirpado toda la energía de repente, todo había desaparecido en una milésima de segundo.

Todo era dolor, sufrimiento, la tristeza más absoluta, su corazón se había partido en millones de pedacitos imposibles de unir. Sabía que no soportaría verle con otra persona, pero no esperaba enterarse de esa manera. Escuchó sus gritos en la lejanía pidiéndole por favor que se detuviera, grtiaba que le tenía que dar una explicación pero ella no quería escucharle, ahora sabía toda la verdad.

Sentía que había perdido un tiempo maravilloso entregando su vida a una persona que no la sabía valorar como ella merecía. Muchos le habían dicho que malgastaba su tiempo en balde, pero ella confiaba ciegamente en que llegaría el día en el que pasaría esa barrera.

''Soy la chica de tus sueños disfrazada'' se decía a si misma antes de irse a dormir todas las noches. Hoy sería diferente porque ya no estaba disfrazada, con su llanto había dejado más que claro todo lo que sentía.

No podía más, para ella todo había terminado. La situación era desbordante y su salud mental estaba en juego, había que cortar con esa relación de forma drástica. ''Me iré lejos. Me iré muy, muy lejos''.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Sueño (VIII)

Trataba de mantener la cabeza fría para pensar racionalmente pero no podía. Por algún extraño motivo estaba condicionada, se sentía siempre inferior e infravalorada. Era fiel a sus ideales a pesar de terminar sufriendo. Las cosas eran mucho más fáciles de lo que ella creía.


''Hace frío, ¿Por qué no te metes en la cama conmigo?''. Le miró con picardía y se metió bajo las sábanas sin pensarselo dos veces. Comenzó a acariciarle sin recordar el peligro que había fuera de la casa. ''Ojala fuera así para siempre'', se miraron con complicidad aún sabiendo que duraría poco. ''Estoy demasiado dolida, no aguantaré esto mucho más'', pero sabía que volvería a caer con dos palabras bien dichas.


Estaba tan cansada que se quedó dormida en el taxi. ''Señorita, ya hemos llegado''.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Sueño (VIII)


Se ilusionaba rápido con la gente pero las decepciones que había sufrido a lo largo de su vida le hacían dudar de las personas que tenía alrededor. La experiencia le había demostrado que el motor de la vida es el interés. Todo el mundo mira por su propio beneficio sin tener en cuenta a los demás, aunque le parecía duro, era así.

Siempre se había entregado al máximo a sus seres queridos sin esperar nada a cambio, era así. Su forma de ser le condicionaba a actuar de ese modo, pero era un arma de doble filo. Pasaba de la felicidad más absoluta a la pena más profuna en cuestión de segundos. No era capaz de controlar sus sentimientos, por tanto, no conseguía alcanzar un equilibrio emocional.
Sus altibajos eran frecuentes, pero nadie sabía que pasaba por esas situaciones. Era muy reservada para las cosas que en verdad le hacían daño, aunque alguna vez se le escapaba algo sin querer.

Nadie lo veía pero las cosas estaban cambiando. No actuaba con normalidad. Los problemas que había tenido en su vida le estaban haciando cambiar sin que se diera cuenta.

Se entregó a él día a día. Trataba de hacerle feliz intentando acercarse a una perfección utópica pero nunca conseguía alcanzarla. Se hundía constantemente, la situación le superaba y no sabía como afrontarla.

Fingía estar bien porque odiaba dar pena a los demás. Si algo le había demostrado la vida era que no hay nada peor que compadecerse de los demás. Aún así, deseaba producir ese sentimiento de lástima en más de uno, ya que, a veces sentía que nadie la quería y era horrible.
El dolor se manifestaba muchas veces. Era consciente de que había gente con verdaderos motivos para sentirse mal pero ella era una experta en venirse abajo. Necesitaba sentirse valorada, pero no era fácil. Su autoestima solía estar por los suelos y si nadie le recordaba lo que valía ella no podía verlo.

Cuando estaba sola lloraba sin parar porque no le gustaba su vida. Se sentía infeliz. Solo pensaba en lo desgraciada que sería cuando le tuviera que olvidar por obligación. Nadie podía entender lo que estaba pasando. La persona a la que más quería en el mundo no sentía absolutamente nada por ella y saberlo le angustiaba de forma insoportable.

Él había actuado de forma hipócrita muchas veces. Le demostraba que era importante y después pasaba de ella, la dejaba de lado para centrarse en otras personas que le resultaban más interesantes en según que momentos. Esto le agobiaba porque tendía a estar en una lucha constante por captar su atención, por no cansarle, y era imposible.

Al final su energía se agotó y escogió el camino más fácil, huir a otro lugar lejos de él, cambiar de vida y empezar de nuevo.


Se miró al espejo por última vez antes de salir hacia el restaurante. ''¿Por qué le doy tantas vueltas a la cabeza''.

martes, 8 de septiembre de 2009

Sueño (VII)


Se fumó medio paquete, ya no quedaban más cigarros. Cerró la puerta de la terraza y entró en el salón otra vez. La habitación decorada con muebles y paredes blancas parecía absorberle.

Se cambió de ropa, cogió las llaves, algo de dinero y abandonó su casa. No soportaba estar allí más tiempo, tenía que salir y despejar un poco sus ideas.

El metro, como siempre, estaba lleno de gente, podría decir que incluso hoy parecía más aglomerado de lo normal. Se sentó en un asiento que había libre, se puso los auriculares y empezó a escuchar música. Sonaba esa canción que escuchaba a menudo y conseguía transportarle a otro mundo.

Andaba por las anchas calles sin destino previo. No sabía qué le estaba pasando, pero, poco a poco perdía las ilusiones por las cosas. Al llegar a casa B le esperaría en la cama desnuda con ganas de darle todo su amor, pero eso para él ya no significaba nada. Todo lo que B le pudiese dar era rechazado inconscientemente por él.

Se sentía egoista, compartía su vida con B para no estar solo y a veces añoraba esa soledad que no tenía. Se consideraba un hombre afortunado y al mismo tiempo infeliz. Sus metas en la vida habían sido sustituidas por las ganas de retroceder en el tiempo y rectificar aquellos actos, que consideraba errores, de los que tanto se arrepentía.

''S, ¿Dónde estás?''. Miraba los posos del café con melancolía, y lloraba en su interior por esa gran impotencia de la que no podía escapar por más que intentaba.

No quedaba otra opción, tenía que irse lejos de allí hasta aclarar su cabeza y decidir de una vez por todas qué quería hacer con su vida.

No quería prisas, solo tranquilidad para pensar despacio. Estaba lejos del aeropuerto pero tenía todo el tiempo del mundo para llegar. Nadie le controlaba, ni siquiera B. Había dejado el movil apagado encima de la mesa del salón. Podría haberle dejado una nota para decir adios, pero no iba a volver.

Llevaba horas caminando y el cansancio se hacía notar. Faltaban un par de kilómetros todavía, estaba agotado pero tenía una gran esperanza en encontrar su camino, o al menos una señal que le indicase cuál debía seguir. Podría recorrerse el país en busca de S, aunque podría estar en el extranjero, no lo sabía.

Al fin llegó. La gente nerviosa corría de un lado a otro con las maletas cargadas de cosas. ''¿A dónde voy?''. Tenía dinero para empezar una nueva vida pero no sabía dónde la iba a empezar. Tenía miedo al futuro, se había equivocado una vez y no quería que esto volviese a suceder.
Miraba de un lado a otro buscando ideas y de repente su mirada se detuvo en un punto fijo, no podía creer lo que tenía ante sus ojos, era S. Se quedó paralizado, estático, y no sabía qué hacer. ¿Qué le diría después de tanto tiempo?. Intentó mantener la calma para pensar con claridad. Habían sido amigos durante muchos años, se conocían mejor que nadie y por tanto no debería tener ningún problema.

Se armó de valor y comenzó a caminar hacia ella. Estaba preciosa, haciendo honor a esa elegancia innata que sólo ella poseía. Su precioso cabello color avellana, que le llegaba por la cintura, destacaba junto a una camiseta blanca que llevaba como vestido. Podía oler su suave perfume desde la corta distancia que los separaba, ''Sigue siendo fiel a Chanel''. Entonces, ocurrió algo. Un hombre alto y bastante apuesto se acercó a S y le dió un beso.

Toda su felicidad se había esfumado como por arte de magia,...


¿Cómo puede desaparecer un sentimiento tan fuerte en menos de una fracción de segundo?

lunes, 7 de septiembre de 2009

Sueño (VI)


Veían todos juntos una película en el pequeño salón. S estaba sentada en un sofá y frente a ella D, con su pose en apariencia elegante, pero arrastrando una gran arrogancia e hipocresía que ocultaba al resto. Reían mientras comentaban la película y de repente entra él en la habitación. S no podía esconder su alegría al verle, cada día le gustaba más, sin embargo, D no tarda en besarle. Él se sienta en el sofá y D encima. Comienzan a besarse apasionadamente. Las lágrimas comienzan a resbalarse por el rostro de S,... ''¿Qué tiene ella que no tenga yo?, ¿Por qué ha fingido ser mi amiga?''. La que aparentaba ser su amiga se estaba besando con el chico de sus sueños y ella no podía hacer nada para evitarlo. D había soportado sus días tristes y conocía todos sus secretos, ''¿Por qué me hace esto ahora?''.

''Servicio de habitaciones, ¿Se puede pasar?''. Su sueño se vió interrumpido. Miró a su alrededor, estaba en una amplia habitación, hundida en la cama llena de cogines de colores. Lo único que destacaba en la amplia habitación era la cama, el resto estaba decorado por colores monocromáticos que la hacían mucho más seria.

No respondió al servicio de habitaciones, en ese momento quería estar sola. El chico del avión, ¿Había ocurrido de verdad o también había sido un sueño?.

Incluso en sueños, estaba lejos de él. Aunque habían tenido una relación muy cercana nunca había podido dar un paso más. Su amiga D había sido una gran aliada durante un tiempo, pero al final descubrió que no lo era. D estaba obsesionada con él y su único propósito era entorpecer el posible acercamiento con S.

Ver a D besándole en un sueño había sido repugnante y al mismo tiempo extraño. Aunque muchas veces los celos le mataban por dentro, jamás habría imaginado esa situación entre ellos. ¿Y si había ocurrido mientras ella no estaba presente?,...

Sabía que tenía que verle otra vez pero eso significaría que su esfuerzo por olvidarle había sido en vano. Además, ¿Qué podría esperar de ese reencuentro?. Él tenía su vida y se lo dejó muy claro, B era su vida. Puede que se alegrase al verla pero eso no cambiaría nada. Volvería a sufrir como antes, incluso más. Tenía que ser fuerte e intentar abrirse al mundo, a los demás.

Siempre había pensado que le esperaba algo grande. Tenía la esperanza de encontrar el verdadero amor, pero después de conocerle y ver que él no sentía nada por ella, esa esperanza se había ido debilitando hasta desaparecer.

Escuchaba aquellas canciones que ponían cuando estaban juntos y le veía. Recordaba con melancólica ilusión las noches en las que se dedicaban a hablar durante horas, en las que las miradas despertaban un interés especial, en las que la tensión sexual se convertía en un reto por aminorar,...

Una voz dentro de ella le decía que tenía que afrontar sus miedos y no huir de ellos, pero su salud mental le obligaba a elegir otro camino.

Era tarde. Tenía que arreglarse antes de la cena de presentación. ''Creo que me ayudará a despertar una buena ducha con agua fría''.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Sueño (V)


''La junta directiva y yo, hemos llegado a la conlusión de que tu trabajo ha sido excelente. Asi que hemos decidido que seas la encargada de hacer el reportaje fotográfico en Madrid. Acompañarás a nuestra redactora en las reuniones formales. El resto del tiempo fotografiarás todo lo que encuentres interesante. Depositamos en ti parte de la responsabilidad del reportaje, ya que, el contenido visual al fin y al cabo es lo que termina captando el interés del consumidor''.

No podía creerse lo que ponía en la nota que había sobre la mesa. El trabajo que presentó, en su opinión, era bastante mediocre. Lo importante ahora era su viaje, tenía una excusa perfecta para desconectar haciendo lo que le gustaba.

Ordenó los papeles que tenía sobre la mesa antes de salir, y como todos los días, bajó por el ascensor central de la planta. Atravesó la puerta giratoria del gran edificio y por fin, pudo respirar aire más fresco.

Tenía una gran sonrisa en la cara. Estaba orgullosa de si misma, ''al fin mi trabajo ha sido recompensado''. No sabía que hacer, debía recoger sus cosas e ir a Madrid en un par de horas, pero quería realizar unas compras antes de salir.

Llegó a casa pero si se entretenía más de la cuenta perdería el vuelo. Al entrar, lo primero que se encontró fueron las camisetas que se había ido poniendo durante la semana, después varias revistas tiradas sobre el sofá del salón, una caja de galletas vacía encima de su cama, un envase de helado en el suelo del baño,...
No se explicaba porqué era tan desordenada, pero todo lo que giraba en torno a ella la hacían vivir en un ambiente tan esperpéntico que no sabía por dónde empezar a serenar.

''Tiene que darse más prisa o perderé el avión'', decía nerviosa al taxista. Se había entretenido en ducharse, en escoger muy bien la ropa que se pondría durante la semana, en maquillarse, hacer la maleta,... y pretendía llegar en cinco minutos al aeropuerto, aún sabiendo que se encontraba en la otra punta de la ciudad.

Corría por el resbaladizo suelo del aeropuerto. No podía más con la maleta, pesaba demasiado. Facturó el equipaje y se preparó para sabir al vuelo.

Ya estaba dentro. Los nervios se apoderaban de ella. Nunca había sido partidaria de viajar en avión pero no tenía más remedio, ya que tenía que llegar a Madrid lo antes posible. Le temblaban tanto las piernas que no podía dejar de moverlas ni un momento.

''Ese chico me suena muchísimo'', pensó al ver a un atractivo joven que se dirigía hacia ella. Era muy alto, sus músculos se marcaban discretamente en su vestimenta, tenía un desorden más que premeditado en su pelo negro, eso, acompañado por unos preciosos ojos verdes y un color dorado en su piel que conseguía hacerle un hombre realmente atrayente. Llevaba una camiseta blanca y unos jeans, no pudo verle el calzado.

''Hola, ¿Qué tal?. ¡Qué casualidad, vamos a viajar juntos!''. Cuánta efusividad, pensó. Le sonaba pero no sabía de qué le podía conocer. Trabajaba con mucha gente, además solían renovar la plantilla a menudo.
''¿Nos conocemos?, se que me suenas, pero no caigo'', le preguntó sonrojada. Estaba sentado con el chico más guapo del avión, además, si lo pensaba, nunca había conocido a un chico tan atractivo. Cada vez estaba más nerviosa y no podía controlarlo.
''¿No te acuerdas de mi?, soy el chico de la parada del tranvía, el que te saluda de vez en cuando mientras miras por la ventana de tu oficina.'', dijo mientras la encandilaba con su sonrisa.
''No me lo puedo creer, ¡qué casualidad!''. Se habían saludado un par de veces y le parecía mono, pero de cerca era tan guapo,...

Hablaron sin parar durante todo el trayecto.

''S, voy a estar en Madrid hasta finales de mes porque tengo que concretar cómo van a ser las exposiciones. Si tienes tiempo, te aburres o te apetece, llamame.''

Se despidieron, pero antes de decirse adios, él se acercó y le dió un beso en la mejilla.

S estaba feliz. Había tenido un día estupendo y sabía que nadie lo podía cambiar. Pidió un taxi y se dirigió al Hotel.

martes, 1 de septiembre de 2009

Sueño (IV)


El tic-tac de las agujas del reloj interrumpía el silencioso ambiente de la cocina. Parecía que el tiempo se había detenido para dejarle reflexionar acerca de todo aquello que atormentaba su pensamiento. Cogió una taza del mueble y se apoyó sobre la encimera. Movía despacio la taza de un lado a otro. Hoy no olía a café. B lo preparaba siempre, pero hoy lo había olvidado. ''No es perfecta'' susurró en voz alta. Dejó la taza sobre la encimera. No tenía apetito.

Hoy tenía el día libre, pero no sabía a qué lo podía dedicar. Últimamente, su vida era monótona. Estaba acostumbrado a hacer lo mismo continuamente. B era poco original, divertida a su manera, y bastante tranquila. Al regresar a casa lo que más le apetecía era ver una película tumbada en el sofá, cenar las sobras del día anterior, darse un relajante baño con sales minerales, y sobre todo, que él le prestase toda su atención.

Echaba de menos su anterior vida, y sobre todo a ella. Odiaba la pesadez de las personas, ya que, se consideraba un chico independiente y liberal, pero cuando ella le llamaba para hablar o para estar con él, no había ningún problema, aceptaba encantado.

No era la relación perfecta, pero su compenetración era tal que no les hacía falta hablar para saber en qué estaban pensando, se comunicaban con la mirada. Cuando uno de los dos estaba mal, el otro siempre estaba a su lado, apoyándole y animándole a continuar. Se contaban todo, ya que, se entendían a la perfección y sabían que cualquier consejor que se pudieran dar iba a ser sincero y útil.

Se arrepentía de los últimos días que habían pasado juntos. La dejo de lado por aquella chica en apariencia perfecta que conoció mientras buscaba trabajo. En un principio se ilusionó tanto que no pudo evitar apartarla un poco. Para él, seguía siendo su compañera de aventuras, su confesora, su fiel amiga, pero ella sentía algo muy diferente y no podía seguir con aquella relación.

Había quedado con B para tomar algo cuando le sonó el teléfono. ''¿Por qué me tiene que interrumpir ahora?'', pensó. Quería verle urgentemente, tenía algo importante que decirle y no podía esperar. A pesar del enfado de B, decidió quedar con ella, quería saber de que se trataba siendo tan urgente.

Llegó al sitio donde siempre solían hablar, aquel rincón que tanto les gustaba y donde acostumbraban a pasar grandes momentos. El parque era grande, pero ellos preferían el pequeño estanque, en el que siempre había preciosos cisnes, gente en barcas, jóvenes en bicicleta,...
Para su extrañeza, ya le estaba esperando. Era una chica impuntual, por más que se esforzaba nunca conseguía llegar a tiempo a ningún sitio, sin embargo, ahi estaba, sola bajo el bonito atardecer. Parecía triste y la escena conseguía apenarla aún más. Sentada al borde del estanque, mirando a los cisnes que nadaban y al horizonte sin parpadear.
Se acercó lentamente y le dió un beso en la mejilla. ''¿Qué ocurre?, ¿Por qué tanta prisa?'', le dijo algo nervioso. Ella, con lágrimas en los ojos que intentaba retener solo pudo decir una frase antes de romper a llorar: ''Mañana me voy, no se por cuanto tiempo, realmente no se si volveré''. Él se quedó atónito, no se lo esperaba. Al escuchar eso, sintió que toda su energía se esfumaba, no sabía ni qué hacer, ni qué decir. Se quedó mirando el agua mientras ella lloraba sin consuelo. ''¿Por qué no me lo has dicho antes?''. ''Estabas demasiado ocupado con B. Siento decir esto pero esa es la razón por la que me voy, no puedo soportalo más, estoy enamorada de ti, y aunque quiero que seas feliz, soy inacapaz de verte con otra persona que no sea yo. Se que es algo que no decides tu, que no puedo obligarte a que me quieras, pero no puedo controlar esta situación, me estoy haciendo mucho daño a mi misma, y necesito desaparecer por un tiempo, al menos el tiempo suficiente como para olvidarte''.
A veces se había planteado eso, pero nunca había imaginado que aquella gran amistad terminaría de esa manera. Entendía que ella lo estaba pasando mal pero él no tenía la culpa. No quería que se alejase, al menos de esa manera, pero tampoco la quería retener. En ese momento, no sabía que era lo que le podía ofrecer. B, había pasado a ser su principal prioridad. Quizás estaba siendo egoista, pero ahora eran B y él, no había ni espacio ni tiempo para su amiga.

Ella, en el fondo, quería ver su reacción, quería desengañarse. Sabía que no iba a mover ni un dedo para imperdir que se marchara. Lloraba sin consuelo con la esperanza de recibir algún tipo de muestra de cariño, un abrazo, un beso, una caricia, no pedía más. Aunque era consciente de que no la amaba, pensaba que la apreciaba como persona. Al no recibir ninguna muestra de cariño, se levantó. A continuación él hizo lo mismo.
Se fundieron en un fuerte abrazo, se dijeron adios y ella le besó la mejilla. ''Hasta pronto, ¿No?'', dijo él sonriendo. ''Eso espero'', dijo ella con una miníscula sonrisa en la cara.

Pasaron las horas, los días, los meses, y no se habían vuelto a ver, ni siquiera habían vuelto a hablar. Ella no le dijo a dónde iba. Sabía que no iría a visitarla, pero prefería ocultárselo de momento.

Abatido, se sentó en sillón que tenía en la terraza y encendió un cigarro. ''¿Dónde estás?, dijo melancólicamente mirando hacia el final de la calle.

Sueño (III)


Había entregado el trabajo y no había salido tan mal, algún error que otro, pero quería quitarle importancia.
Se sentó en su pequeño despacho y encendió su ordenador portatil. Miraba a través de la ventana el ir y venir de las gentes de la ciudad. Seguro que cada uno de ellos veía la vida desde diferentes ángulos. ''Me gustaría saber qué piensa aquel chico que está sentado en la parada del tranvía'', aunque parecía imposible, el chico levantó la mirada y se quedó mirando hacia ella fijamente mientras le dedicaba una tierna sonrisa. Ella, sonrojada, le devolvió el gesto.
Contenta, volvió al deber. Tenía que concluir los preparativos del certamen antes de terminar la jornada. Distraida, volvió a mirar hacia la parada pero el chico ya no estaba.

Había pasado una mala noche, no había tenido tiempo para conciliar el sueño, estaba agotada.

''¿Qué estará haciendo en este momento?''. Llevaba tanto tiempo sin saber nada de él que le mataba la duda. Le dolía el hecho de pensar que ni siquiera la había llamado, no le había mandado ni un sólo mensaje interesándose por ella. No había pasado tanto tiempo desde aquellas noches que pasaban charlando hasta que llegaba la mañana, de esos viajes tan anecdóticos que solían hacer, de aquellas fiestas en las que bailaban sin parar durante horas,...
Pensaba que había vivido demasiado despacio, había perdido mucho el tiempo. Quizá, se debía a sus ansias de diversión. Era una persona que huía de cualquier tipo de responsabilidad, odiaba tener que estar pendiente de algo o alguien, era un alma libre, que quería vivir las cosas al cien por cien.

''Yo le quería'', era cierto, le quería tanto que a veces tenía miedo de lo que pudiera pasar. En el fondo, sabía que aquella relación terminaría así, pero se conformaba a si misma pensando que tenían un vínculo tan fuerte que nada ni nadie lo rompería jamás. Se equivocó, como estaba acostumbrada a hacer en sus últimos episodios. Intentaba rectificar constantemente, pero el mundo parecía ir en su contra. ''El problema es mio, tengo que cambiar'', pero era así, y sus intentos siempre resultaban fallidos.

A veces, aquel amor se transformaba en un odio impotente. Él tenía una vida genial junto a la chica de sus sueños, sin sufrir por nadie, sin preocupaciones, mientras que ella, no era capaz de alzanzar un equilibrio.

Cuando estaba sola lloraba, lloraba sin parar por aquel sentimiento que tanto daño le hacía. No podía elegir a quien amar, mandaba su corazón, y ella, por más que intentaba obligarle a que olvidase a aquel chico, no le hacía caso. ''Olvídale, no puedo soportarlo más'', pero en el fondo, ella tampoco quería hacerlo. Tenerle en mente era lo único que podía mantenerla viva.

Cerró los ojos. Sonaba esa preciosa canción de John Lennon que tanto le gustaba. Veía un precioso prado verde, lleno de margaritas, ella estaba feliz, pero le faltaba algo que no encontraría en aquel lugar. De repente, despierta en la orilla del mar, su pelo encaracolado se mueve al mismo tiempo que la brisa mueve ligeramente las olas. Corre torpe junto a la orilla, esquivando el agua que de vez en cuando moja sus pies. Corre desnuda, sintiendo la naturaleza en su piel, sintiéndose libre, hasta que decide pararse y cubrirse con un gran pañuelo de color blanco que podría protegerla del frío. No necesitaba aquella libertad estando tan sola, no tenía a nadie con quien compartir sus preocupaciones, sus anhelos, sus miedos e incertidumbres,...
Se queda mirando al agua, mientras tira varias piedras. Le gusta ver las ondas que hacen las pidras al caer al agua. Siente una mano que se apoya sobre su hombro, se gira y le ve a él. Él la mira fijamente y se sienta a su derecha, la abraza y le da su calor. ''Hace frío, vámonos dentro'', dice mientras le besa la mejilla.

Sueño (II)


Estaba rodeada de papeles. Hacía bastante tiempo que vivía allí pero todavía no había conseguido ordenar su vida, ni tampoco aquella habitación en la que pasaba largas horas a lo largo de la semana.
''Tengo que terminar el trabajo antes de que llegue mañana'', se decía a si misma, pero era consciente de que el tiempo iba pasando y se le agotaban las fuerzas. Se iba desanimando conforme iban pasando los minutos y no sabía qué hacer. Se puso a hojear fotos viejas que tenía en una caja junto a su mesa. No sabía si era lo que más necesitaba en aquel momento, pero le apetecía hacerlo. Al abrir la caja recordó porque estaba precintada. Había cientos de fotos de ellos dos, esos mil momentos juntos habían pasado al recuerdo, al olvido, y sólo seguían vivos en unos trozos de papel que ella conservaba con un gran cariño. Pasaba las fotos una a una, deteniéndose a analizar todo lo que había en ellas. Viajes, tertulias en los cafés, arte, una gran evolución física y mental,...
Había pasado mucho tiempo desde aquellas últimas imágenes que había visto. Podía sentirse igual que antes mientras las miraba, pero era consciente de que habían cambiado muchas cosas.

A veces, mientras andaba por la calle, se preguntaba si habría hecho bien al abandonar todo por olvidarle, y dudaba. Desde que dijo adios las cosas no habían cambiado demasiado. Un chico había intentado entrar en su vida, pero sólo habían conseguido un par de encuentro esporádicos. Ella no sentía nada por él, y odiaba tener una relación sin ningún tipo de sentimiento afectivo.
Le echaba tanto de menos, pero al mismo tiempo le veía con aquella preciosa chica con la que estaba feliz. No podía entrometerse en su vida y mucho menos en su felicidad. Él ya había encontrado su camino, y desgraciadamente, no formaba parte de él.

Desde el primer día que le vió, su vida cambió para siempre. Sus amigas empezaron a gritar como quinceañeras para llamar su atención, y ella apenas se fijó en él. Era una persona a la que no conocía de nada, pero sintió algo, sintió una extraña conexión que les acercaba misteriosamente a pesar de no conocerse.

El tiempo, hizo que sus vidas se cruzasen, y ella, sin saber cómo ni porqué, se enamoró silenciosamente de aquel chico tímido y misterioso que tanto le gustaba.

Este hecho le jugó una mala pasada. Él no sentía nada por ella, la apreciaba como persona, pero no podía sentir nada. Ella, dolida, decidió anteponer la buena relación que mantenían, pero el tiempo hizo que una tercera persona se cruzase por medio destrozándolo todo.


''¿Qué te ha parecido la cena?, No ha sido peor que la primera vez que vinimos'', decía ella, ''No ha estado mal la verdad'', responde él. Andaban por una calle oscura, era tarde y hacía algo de frío. De repente, se quedaron a muy poca distancia uno del otro, y ella no pudo contenerse más, le besó, fue un beso momentáneo pero muy intenso. ''¿Por qué paras?'', le dijo él sonriendo y muy sorprendido por lo que acababa de hacer. Asi que ella, tímidamente, volvió a besarle, y esta vez, fue un beso de dos.

''No me lo puedo creer, son las siete y dentro de media hora debería entregar el trabajo''. Se quedó cabizbaja e intentó adelantar lo que pudo en quince minutos. Otra vez ese estúpido sueño, era tan real, y al mismo tiempo tan lejano.
No podía olvidarle. Se conformaba pensando que era demasiado pronto, pero necesitaba tanto volver a verle que no sabía cuanto tiempo podría seguir así. Estaba deseosa de conocer el verdadero amor, pero él era el amor de su vida, estaba segura, pero el mundo se encargaba de contradecirle en todos esos pensamientos.

Abrió la ventana. Era temprano, pero en aquella gran ciudad parecía que no había descanso. El frío de la mañana le puso la piel de gallina. Se quedó mirando a una pareja que estaba sentada en un banco, ''nosotros nunca estuvimos asi, no se porque pienso tantas tonterías''.

Cerró la ventana, fue a la cocina y preparó un poco de café. ''Hoy va a ser un día duro'', dijo mientras miraba su reloj.