lunes, 30 de noviembre de 2009


Era algo más que una estúpida conversación,... era una demostración de que aún hay cosas que desconozco, cosas que jamás he sabido y que posiblemente seguiré sin saber.

Hay veces que me siento muy ingenua e ignorante respecto al resto del mundo. Me pongo a pensar en mi infancia y me pregunto si alguna vez fui feliz. Era una niña responsble condicionada por el físico. Mis amigas empezaban a tener novio, a estar con chicos, pero yo lo veía como algo lejano que a mi no me iba a llegar. Escuchaba sus aventuras e incertidumbres acerca de lo que vivían, y se me hacía raro pensar que algún día estaría como ellas. Llegó un momento en el que no solo mis amigas me contaban cosas, también lo hacían ellos, tanto amigos como las respectivas parejas, siempre era la encargada de escuchar.

Me refugiaba en libros y películas con final feliz, fingía mis propias historias con la esperanza de que algún día no muy lejano llegasen a ser ciertas, pero no, a día de hoy sigo fingiendo y esperando.

Me enfrentaba a comentarios crueles, situaciones horribles que parecían no tener fin, afortunadamente todo fue cambiando con el paso de los años, y gracias a la gente que empezó a entrar en mi vida nuevamente, pude ir desarrollando la persona en la que me he convertido. No es que esté orgullosa de ello, tal vez algo más conforme. Me llena la gente que me rodea y siento que pierdo todo si me imagino sin ellos.

Espero no estar destinada a estar sola, a vivir sin amor, a seguir soñando con esa historia utópica que tanto me gusta, porque es duro, es doloroso amar y no ser amado.

sábado, 28 de noviembre de 2009


Dicen que a veces el daño mental consigue ser más hiriente que el físico. Aunque está claro, todo depende del tipo de dolor.

Estoy confundida. No se qué quiero, qué busco, qué espero, desconozco a lo que aspiro o simplemente a lo que ansío aspirar.

El frío de invierno congela mi rostro y a veces incluso mi cerebro, deteniendo mis pensamientos en ideas que me gusta ignorar, en esas preguntas sin respuesta que prefiero mantener al margen.

Esta tarde he sentido unas ganas enormes de volver atrás en el tiempo, de poder rectificar muchas cosas, aunque en realidad solo pedía a voces una oportunidad más para demostrarme a mi misma que sería capaz de conseguirlo, de alcanzar ese propósito por el que llevo tanto tiempo luchando.
Tal y como apareció en mi vida, se fue, pero a veces me encantaría que volviera. Ahora estoy preparada, ya no me dejaría tan vacía y rota como aquella vez.
¿Pasar página?, si, seguramente es lo más inteligente que podría hacer, pero el desamor al que suelo estar acostumbrada no me deja hacerlo,... no me deja.
Quisiera conocer el amor como algo puro, como un sentimiento más allá de lo racional, mágico, en ocasiones incomprendible, pero poder conocerlo desde dentro y no como una simple observadora que se dedica a opinar sobre algo que jamás ha vivido.

Pido un poco de autoestima, de amor propio,...

Me encantaría poder contra mis sentimientos, poner el cuentakilómentros a cero y volver a empezar.

Estoy desengañada con esto del amor. Das mucho sin recibir nada a cambio, cuando lo das todo, te destrozan, si no das nada, nunca podrás saber si eso te habría llevado al éxito o al fracaso,...
¿Existe término medio para acertar respecto a este tema?

miércoles, 25 de noviembre de 2009


¿Qué nos permite diferenciar a lo ordinario de lo meramente extraordinario?, ¿Qué nos incita a creer que una persona tiene más valor que otra?, ¿Cómo podemos medir lo inmaterial?.

A veces lo pienso detenidamente y no lo se, no se qué herramienta nos permite saber qué valía tienen las cosas inmateriales. ¿La calidad de una persona se mide por lo que es capaz de hacer por si mismo o por aquellas cosas que es capaz de hacer de cara al resto?. Es duro pensarlo porque nadie tiene ese derecho, es todo subjetivo.

Cuando te dice alguien que vales, ¿A qué se refiere exactamente cuando la concepción de este término tiene un alcance tan relativo?

martes, 24 de noviembre de 2009

lunes, 23 de noviembre de 2009

miércoles, 18 de noviembre de 2009


Quiero sentir que es la primera vez que cierro los ojos porque pienso que sueño cuando estoy a tu lado. Me encantaría sentir lo mismo que aquella noche tan oscura en la que idealizaba un futuro perfecto, apagar la luz y transladarme a aquel día que no ha vuelto a repetirse.

Ojala pudiera tocar esa canción que consigue emocionarte, trasladarte a otro lugar, una melodía que consiguiera acercarte a mi de alguna forma. Pararía el tiempo para dejarte pensar tranquilamente, para que me dijeras qué quieres o simplemente para que me dieras el permiso para marchar lejos de aqui.

El dolor es algo individual, objetivo, pero siempre duele, hace daño, hiere, y sobre todo conseguir destrozarte. Tras superar un duro golpe conseguimos levantarnos con más fuerza que nunca, pero hay veces que te quitan toda la energía manteniendo solo una fachada en apariencia intacta.

Pagaría millones por saber qué ocurre, qué falla, qué hago mal. Pongo todo de mi parte, me esfuerzo en hacer las cosas bien, pero no encuentro lo verdaderamente importante, dime qué me falta, pero no permitas que siga dandome golpes contra la pared.

martes, 10 de noviembre de 2009

El niño del chubasquero amarillo


Sentía una rivalidad fuera de lo común con esa persona, nos inténtabamos superar continuamente, aunque en un principio, yo era incapaz de mirarle a la cara, llamaba mi atenció de manera especial.

Todas las mañanas estaba ahi, el primero, como un clavo. Envidiaba su puntualidad y me proponía llegar antes que él pero era imposible, siempre ganaba. A pesar de ser unos niños él transmitía independencia, hacía todo por si mismo, yo en cambio estaba condicionada a las piernas de la persona que decidiese acompañarme.

Recuerdo un día en concreto, quizás porque fue la primera vez que sentí que por fin había triunfado.
Su arrugada mano estaba caliente, algo dificil con el frío que hacía en la calle, yo la miraba feliz, solo serían unos días pero adoraba tener la ocasión de disfrutar de su compañía. El amor que sentiamos una por la otra se veía a través de la espesa niebla invernal.

Llegamos a la puerta y no, no estaba el chico del chubasquero amarillo. Me sentía bien, había ganado, había llegado antes que él.

lunes, 9 de noviembre de 2009

sábado, 7 de noviembre de 2009

Chicle


A veces dicen que para bien o para mal lo interesante es que la gente hable de ti, ya que, sino lo hacen podrías ser uno más, una persona que pasa desapercibida, ''un cualquiera''.

No soy una celebrity, tampoco una estrella del rock, no soy un personaje público, y aunque suene pedante, no entiendo porque tengo que sentirme como un chicle, si, un chicle, estoy en la boca de casi toda la gente que por unas cosas u otras han sido cercanas a mi en distintos periodos de mi vida.

Para mi ellos son indiferentes, gente poco importante en todos los sentidos, no me interesan, pero parece que sus vidas son tan poco entretenidas que se tienen que dedicar a hablar sobre otros, a entrometerse en conversaciones que no les incunven, a liar historias,...

No es que me guste mantenerme al margen, callarme, pasar de todo esto, pero hay ocasiones en las que te das cuenta de que lo mejor es hacer oidos sordos a esta serie de cosas. ¿Por qué les interesa tanto lo que haga o deje de hacer?, ¿Por qué tienen que meterse donde no les llaman?,...

Supongo que hay gente asi,...
No hay respuesta lógica para una proposición incierta.

Ahora estoy tranquila, aunque mucha gente se haya quedado por el camino, prefiero estar junto a pocos que me aprecien antes de compartir millones de fiestas con cientos de personajes hipócritas. Asi es.

Agradezco a mis amigos y amigas todo lo que me han demostrado y demuestran día tras día, vosotros sois lo verdaderamente importante.

jueves, 5 de noviembre de 2009


Aunque a veces se pierdan los papeles por A o por B, creo que hay dos personas en esta vida que se merecen un respeto, aunque, vuelvo a repetir, se pierdan los papeles.

¿Soy buena persona?, si no lo fuera, imagino que no me sentiría tan mal,... no sentiría nada ni por nada ni por nadie.

Parece que me gusta hacer daño, o al menos, eso piensa mucha gente, creen que adoro hacer daño al resto, y no, están muy equivocados. No soy una mala persona, lo se, se que no lo soy.

En caliente se dicen muchas cosas, muchísimas. Como siempre, intento justificar mis actos, intento buscarles algún sentido.

Ayer tuve un mal día, sin embargo creo que la tarde me sirvió para reflexionar. Por la noche no me senti mejor, todo lo contrario, no podía dejar de pensar en miles de cosas que rondaban por mi mente. Creo que los consejos que te da una persona a la que aprecias son los mejores, sobre todo ciertos.

Hoy veía el mundo de otro color, a pesar de haber salido de casa a primera hora de la mañana sin paraguas con la que estaba cayendo. Me he encontrado con una sorpresa inesperada a comienzo de la mañana, pero la he resuelto sin problemas. Caminaba animada, ¿Qué puede echar esto a perder?, voy a rectificar, voy a hacerlo bien, estoy tranquila y se que puedo, pero no, no podía. En cuestión de minutos una frase ha matado el poco ánimo que tenía en el cuerpo, me ha destrozado, me ha dejado sin ganas, sin fuerzas.
Si una persona a la que respero me dice que no valgo nada, ¿Quién me puede ver algún mérito?.

Debería haberme callado pero no he podido. He respondido con una soberbia espeluznantante, hasta yo misma he sentido verguenza y asco de las palabras que salían por mi boca, pero no he podido conterme. Ya son muchos días seguidos aguantando miles de historias que nadie conoce, sentimientos que nadie sabe que existen, solo yo,... a veces todo esto hace que pierda la compostura, y aunque me arrepienta después, hoy la he perdido de forma desmesurada.

martes, 3 de noviembre de 2009

Carta para el Señor Silencio


Querido Señor Silencio:

Puede que te sorprenda recibir esta carta, aunque ambos sabemos que era cuestión de tiempo el seguir esquivando este hecho inevitable.
No soy capaz de expresar con palabras todo lo que me gustaría, pero al menos voy a intentarlo.

Pagaría una fortuna por dejar de ser egoista, daría todo lo que fuera por dejar de serlo, pero creeme, no puedo. Me gustaría tener la respuesta a mi pregunta, quisiera saber qué extraña fuerza me obligó a formar parte de tu vida sin dejarme tiempo para decidir si era eso lo que en verdad buscaba. Ahora eres tan necesario como el aire que respiro, como el agua que estamos obligados a beber, pero el deseo de tenerte es un arma de doble filo que juega conmigo de forma peligrosa.

Señor Silencio se que estás ahi pero no de la forma que a mi me gustaría. No eres de hielo aunque a veces te empeñes en parecerlo, dime qué opinas sobre la vida, qué buscas, qué me falta para ser tu destino, sólo dimelo y seré lo que me pidas que sea.

Después de tanto tiempo he pensado tantas veces en tirar la toalla, ni te lo imaginas. Si, pensamos igual, yo tampoco se por qué continúo esta insaciable lucha contra ti, contra el mundo, no lo se.

¿Pido mucho?, yo creo que no. Me siento estúpida al imaginar cómo serían las cosas, como cambiarían nuestras vidas, seguro que a mejor.

Aqui estoy otra vez, sola, con las manos heladas, temblorosa, con la mente perdida en un cuerpo extraño, deseando algo que me resulta utópico incluso en mi imaginación.

Señor Silencio, le he traido a este lugar porque necesito saber quién es esa persona que ronda por su pensamiento. En este lugar no valen las mentiras, necesito que sea sincero conmigo, más sincero que nunca.

¿Por qué no me das esa llave que tanto tiempo llevo luchando por conseguir?, ¿Por qué no me das el permiso ni el derecho a ser la persona elegida para hacerte feliz?, ¿Por qué no sientes lo mismo que yo cada vez que estamos juntos?.

Le he traido aqui para decir adios. Le conozco, se que volverá a quedarse callado, mudo, y dejará que termine imaginando el final de esta historia que parece no tener final feliz.

lunes, 2 de noviembre de 2009

¿Por qué?


Cuando termina el día me siento más sola que nunca. Me pongo a pensar y me doy cuenta de que hay muchas cosas que la gente desconoce sobre mi. Lo peor de todo es que jamás sabrán lo que ronda por mi mente.

Me gusta entrar en una cafetería por la mañana. Siempre está llena de gente con distintas vidas e historias. En esos momentos siento una profunda conexión entre lo que quiero, lo que necesito y lo que siento. Creo que es el mejor momento del día para hacerse preguntas profundas a uno mismo.

Tengo tan claro lo que quiero que me da miedo pensarlo. Siento miedo tantas veces a lo largo del día.

Cuanto más quieres una cosa, más te aferras a ella con la intención de mantenerla junto a ti el mayor tiempo posible. A veves me da la sensación de que esto provoca el efecto contrario. Atar una cosa conlleva a que esta rehuya, a que desee alejarse.

Me entristece pensarlo. Hay gente que tiene todo muy facil, saben como hacerlo, como mantener las cosas a su lado, y aunque no intenten retenerlas, ellas no intentan marcharse.

Me encantaría ser un imán capaz de atraer aquello que me importa y aunque más tarde perdiese fuerza, no se marcharía de mi lado por voluntad propia.

La mente es el arma más poderosa del ser humano


Cuando pienso que le pierdo siento como si estuviese a punto de morirme. Las piernas me tiemblan, mi respiración se entrecorta, me cuesta coger aire, mis manos se ponen más frías que el hielo,...

Se nubla mi mente, mi pensamiento se reinicia y es incapaz de ver más allá de un muro que se levanta con fuerza frente a mi. ¿Por qué?

No encuentro respuesta a mi preguntas, no encuentro ni el principio ni el final de una historia que parece no tener final feliz, solo encuentro el dolor tan profundo que se produce cada vez que mi corazón decide pensar qué hará el día en el que se parta en mil pedazos.